Corcel de alas blancas
Blancas dunas, blancas flautas,
la cuerda apretada y la herradura que arrastraba.
Blancas velas, blancas cerdas,
mantas blancas que el lomo le azoraban.
Sobre el cuello la luna le colgaba.
La brisa en la crin se le montaba.
Blancas noches y blancas las montañas,
y blancas las sombras que al correr
él siempre las saltaba.
La herida del sol iba en su lomo
y una cicatriz de cielo le arropaba.
¡Ay!, blancas cuerdas, blancas reatas,
la montura blanca y blanca la solana.
Al galope de la tierra sus aceros retumbaban.
Blanca senda llena de bengalas,
y más blanca la alborada que cruzaba.
A lo lejos sus alas le sangraban:
blanca sangre y blanca el agua que fraguaba,
y más blanca la estela que dejaba.
Aire del aire, que al aire le zumbaba.
Un corcel que relinchaba
y las alas, sin cuerpo, al sinfín se incorporaban.
¡Ay, las alas del corcel cuando planeaban!
¡Eran blancas, blancas, las alas hechizadas,
y la herida más blanca que la nada!
Blanca aura y blanca la cañada,
blanca pluma y blanca su cortada.
El sol ardiente que al lomo le sangraba
y sus alas, que un día, al moverlas,
se fueron sin volarlas.
¡Ay del corcel en tierra que sólo les miraba!
Blanca luna y blanca la herida en su mirada,
blanca la tristeza al sentir se le escapaban.
Y la sangre en sus pupilas porque no les alcanzaba.
De mi libro: Arterias de la tierra.
martes, 3 de enero de 2012
CORCEL DE ALAS BLANCAS
Corcel de alas blancas
Blancas dunas, blancas flautas,
la cuerda apretada y la herradura que arrastraba.
Blancas velas, blancas cerdas,
mantas blancas que el lomo le azoraban.
Sobre el cuello la luna le colgaba.
La brisa en la crin se le montaba.
Blancas noches y blancas las montañas,
y blancas las sombras que al correr
él siempre las saltaba.
La herida del sol iba en su lomo
y una cicatriz de cielo le arropaba.
¡Ay!, blancas cuerdas, blancas reatas,
la montura blanca y blanca la solana.
Al galope de la tierra sus aceros retumbaban.
Blanca senda llena de bengalas,
y más blanca la alborada que cruzaba.
A lo lejos sus alas le sangraban:
blanca sangre y blanca el agua que fraguaba,
y más blanca la estela que dejaba.
Aire del aire, que al aire le zumbaba.
Un corcel que relinchaba
y las alas, sin cuerpo, al sinfín se incorporaban.
¡Ay, las alas del corcel cuando planeaban!
¡Eran blancas, blancas, las alas hechizadas,
y la herida más blanca que la nada!
Blanca aura y blanca la cañada,
blanca pluma y blanca su cortada.
El sol ardiente que al lomo le sangraba
y sus alas, que un día, al moverlas,
se fueron sin volarlas.
¡Ay del corcel en tierra que sólo les miraba!
Blanca luna y blanca la herida en su mirada,
blanca la tristeza al sentir se le escapaban.
Y la sangre en sus pupilas porque no les alcanzaba.
De mi libro: Arterias de la tierra.
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