domingo, 5 de febrero de 2012
ENTRE DE NOCHE EN MI ROSTRO
Víctor Hugo Arévalo Jordán 5 de febrero de 2012 22:02
ENTRÉ DE NOCHE EN MI ROSTRO
ENTRE DE NOCHE EN MIS ROSTRO FANTASMAL
prendido en tu conocimiento;
con triste candor añorado
por las horas nudas de un destino desconocido,
con la frente intolerablemente hundida
en el cosmos diluido,
en el vacío de la tempestad telúrica.
Con embargo de rostro cansino, rebelde aún,
ante la muerte;
sin desear las últimas flores
ni el último canto.
Añoro la alegría y el silencio
del sarcófago suicidado,
junto a los hijos de la imaginación fantasiosa.
Porvenir.
La vida y el sueño son dos imaginaciones.
He esperado que vuelva nacer el sol
y bajo su amparo he bebido mi café amargo,
sin azúcar,
terminó de amanecer de mala gana,
nuevamente espero la muerte del día
para florecer en el dolor de la oscuridad
y el adiós con nidos del tiempo.
He despreciado mi lamento,
mi lucero,
mi diurno y
mi nocturno.
Mi desvelo
y ésta imagen lejana
al otro lado del espejo, inconcluso,
con pequeños destellos saturados de humildad
y reconciliación,
comulgando siempre las noches del Enero sin fin.
Muchas veces el perdón destruyó al amor
y murió la ridiculez.
Arrastré el cuerpo de gusano
parásito e inadaptado
por el regazo cálido de la tierra.
Queda poco tiempo para hablar.
Se coagula el miedo bajo capas de valor
sin freno.
Tus manos Destino se llevan mi silencio,
tus labios Muerte, se llevan mi dolor.
Un diamante de destellos ruinosos
rueda salado por la faz absorbida.
Entré de noche en mi rostro fantasmal
prendido de tu ansiedad,
prendido de tus espinas vanidosas de mujer
de las noches sin luna,
de tu lado,
de tu adiós,
de mi llanto que no es tierno
ni es virgen
ni es mancillado.
El cementerio se ha industrializado
con los hijos que no los quieren ver.
Se ha industrializado el surco abierto
en el día sin tiempo,
sembré mi semilla
cruzando los puentes de la intimidad.
Mi noche quedó triste
cuando se fueron los astros
del brazo de la fortuna.
Despertar es verme ahora
al otro lado del espejo,
dormido aun
con el sueño llorado.
Tú
eterna,
Yo
triste,
con ilusiones de ser hijos de los dioses Ignotos.
Sin tener cabida en los hombres,
sin sentirse,
sin ser nada.
Mi noche deshizo de miedo
cuando dejé unas lágrimas de recuerdo.
Nunca fui creado,
nunca he sido tampoco;
apenas me quedé en las manos de aquel Padre
llamado Dios.
Nunca fui.
Esta vida es un hotel sin razones ni obsequios,
sólo cofres de soledades amontonadas
con sueños de gloria y quimeras.
Somos los genios de la Nada.
¿Pueden los Muertos amar la vida?
Lentamente
Si
Lentamente
las hilanderas del sol
tejieron la mortaja pálida
para cancelar mi culpa.
(¿Cuál?)
Tu culpa
(¿Cuál?).
¿Podemos saber si vestimos el sayo mortal?
¿Cuál fue nuestro pecado mortal?
Me dejaron lanzar mi grito al cielo,
me dejaron gritar al mundo y la burda vida,
me dejaron el placer de la muerte por inadaptado.
Amé como las noches del infortunio.
Odié el día que cada paso me recordaba la vida.
Gota a gota
se fundieron las nieves eternas
de la frente humana.
Me sentí mal.
Entré de noche en mi rostro fantasmal
prendido de tu dolor
quise ser Hombre;
quise ser estrella,
quise ser mundo.
La vida me mostró sus senos vacíos,
sus mares secos en la nada.
Mi sufrimiento de hoy se hizo Olvido
del mañana.
Entré en mi noche con el rostro ya fantasmal,
quedando medio esencia,
medio masa,
pasando de la eternidad al sueño,
hoy vivo prisionero,
pobremente desnudo,
sujetando la cola del sayo.
Entre de noche en mi rostro fantasmal
prendido de tu conocimiento.
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