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<"CIMIENTO DE LAS LETRAS-COMPLICE CON EL ESCRITOR">

sábado, 24 de marzo de 2012

SIEMPRE AL MEDIODIA

Siempre...al mediodía El estilo vintage de la sala hacía que se respirara en cada uno de sus rincones un ambiente relajado y calmo…. En una de las paredes, el espejo reflectaba la calidez del alma del habitáculo, de fondo se oía crepitar el fuego de la chimenea adornada con sendos candelabros, y al lado, el reloj de pared mascullaba su típico tic tac… La decoración armoniosa con piezas antiguas en un entorno moderno, componían maravillosamente aquella escenografía… La lámpara con caireles de cristal coronaba la estancia, su acabado era extraordinariamente perfecto, no parecía que el lampista hubiera puesto sus manos en ella y en el centro una gran alfombra de lana dirigía con delicadeza las pisadas de quién visitaba aquella saleta… Amplias vidrieras daban paso a un gran jardín, sobre él cortinas de agua dejaban a la vista un primaveral día gris, 21 de marzo. Habían pasado ya 4 dolorosos años y día tras día se escuchaba el repique de campanas proveniente del campanario de la iglesia cercana a la mansión. El reloj anunciaba el mediodía. Impecablemente vestido, absorto, deliciosamente perfumado, silente… llegaba él. Recorría paso a paso cada metro de aquel honorífico lugar, hasta el más minucioso detalle había quedado como ella lo había dejado; solamente el centro floral de una pequeña mesa, cambiaba cada día, portando tres flores frescas. La ilusión llegaba cuando sus manos de ángel acariciaban las cuerdas del arpa, aquel aposento comenzaba a tener vida propia, de su caja de resonancia salían mariposas blancas al son de su dulce melodía. Él, con ojos tristes llenos de melancolía, se adueñaba de aquel instrumento que se amoldaba a la añoranza vertida por el espíritu que ambulaba en ese momento… …el arpa y él… él y el arpa… Juntos…la evocaban a ella… Así pasaba las horas, entre sostenidos, bemoles y becuadros, buscaba una razón que le hiciera entender el por qué de su inesperada marcha y de la soledad que le perturbaba, pese al amor incondicional que la seguía profesando. Irrumpiendo hacía su entrada la pequeña de la casa que le hacía despertar de su amargo anhelo volviendo a la realidad… Corriendo llegaba a sus brazos: - Papá, papá… - Hola mi pequeña… - No, ya no soy pequeña hoy cumplo 4 años – apenas balbuceaba la chiquilla. Con una complicidad tremenda…reían; era la única esperanza viva, que a él le quedaba… De la mano, salían de allí. El arpa quedaba llorando lágrimas de música celestial en memoria de ella, la lluvia incesante fiel compañera, y en la pared, el retrato perpetuo de una dama con radiantes matices, suspiraba siempre…

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